En la industria del videojuego, hemos visto cómo muchas de nuestras sagas favoritas han regresado de múltiples formas con secuelas o nuevas entregas. Sin embargo, a lo largo de los años, las empresas han aprovechado para relanzar proyectos de sus franquicias ya establecidas de diferentes maneras, como pueden ser un remaster, un remake, un port y, en casos más extremos, un reboot. Pero ¿qué diferencias hay entre estos conceptos?
Remaster, un éxito del pasado pero más bonito
El remaster es uno de los conceptos más sencillos de entender, pero de los más complicados de diferenciar. La remasterización consiste en coger un videojuego ya existente y darle un lavado de cara, pero sin cambiar su base ni rehacer su código. Esto incluye aspectos como los gráficos, música o incluso agregar algunas funciones extra, como nuevos modos y opciones.
En algunos casos, es muy fácil diferenciarlos. Tenemos como ejemplo el Assassin’s Creed III Remastered. En el vídeo, vemos que el juego en esencia es el mismo, pero se ve un poco mejor, o al menos, así se intenta vender. Por supuesto, no es lo único que cambia, pues esta remasterización también incluye algunos extras, como pequeñas mejoras en la jugabilidad y algunos trajes nuevos. Aun así, está claro que es un remaster, pues la base no ha cambiado y se ha reutilizado el código del original.
En otros casos, resulta más difícil saber si un videojuego es un remaster, como vemos en Metroid Prime Remastered. A primera vista, puede parecernos un remake, pues se ha realizado un gran trabajo en el apartado gráfico, pero es en realidad una remasterización, ya que también utiliza el código del original. Evidentemente, cuenta con cambios y mejoras más allá de los gráficos, pero no se ha modificado la base, es el mismo juego.
Remake, un juego rehecho desde cero
El remake es totalmente distinto al remaster en su definición, pero también puede resultar difícil diferenciarlo mientras jugamos. Se trata de coger un videojuego ya existente y rehacerlo desde cero, es decir, se vuelve a programar desde el principio. Naturalmente, al utilizar como punto de partida un videojuego que ya se lanzó, puede contar con algunos aspectos intactos, como la historia o la música, aunque no tiene por qué.
Algunas veces, resulta difícil percatarse de que un juego es un remake. En el caso de Crash Bandicoot, vemos cómo la versión de la N Sane Trilogy cuenta con unos gráficos completamente nuevos y con varias mejoras. Podría parecer una remasterización a simple vista, pero no lo es, pues no se utiliza el código de los juegos originales. Diferenciarlo de un remaster es incluso más difícil, ya que se juega de una manera prácticamente idéntica al original, lo que demuestra que, sin duda, se trata de un remake casi perfecto.
Otros remakes son mucho más evidentes, como vemos con Resident Evil 3. Este remake es completamente diferente al original, pues cambia todo tipo de aspectos, como los gráficos, la jugabilidad, la música, y mucho más. Por supuesto, se hizo desde cero, sin reutilizar el código del original. Sin embargo, este caso también tiene algo especial: en muchas ocasiones, parece más una reimaginación debido a ciertas modificaciones en la historia. Sin embargo, no llega a salirse del concepto de remake.
Port, reboot y otros conceptos de la industria
Por supuesto, hay muchos más tipos de relanzamientos en la industria del videojuegos. Por ejemplo, cuando hablamos de un port, no nos referimos a una remasterización, ni mucho menos a un remake. Se trata de poner a la venta un juego existente en una plataforma nueva, sin ningún tipo de cambio más allá de las modificaciones convenientes según el sistema destino, como pueden ser la interfaz, la calidad gráfica, el framerate y otros aspectos básicos. Nintendo Switch recibe ports constantemente, como pueden ser las versiones de Doom (2016) y de Cuphead, entre muchos otros. Es el mismo producto, pero adaptado a otra plataforma.

Por otro lado, encontramos los reboots. Esto es coger una saga existente y reiniciarla, pero sin eliminar algunos aspectos esenciales. Como ejemplos, encontramos lo ocurrido con la última trilogía de Tomb Raider o con DmC: Devil May Cry. Estos juegos comparten con sus lanzamientos pasados poco o nada. En el primer caso, se conserva a la protagonista, Lara Croft, pero la jugabilidad y la trama son diferentes. En el segundo, vivimos también una aventura con Dante en un videojuego de acción, pero cambia el universo y cuenta una historia distinta. Ambos casos presentan, además, un rediseño en los personajes.

También encontramos la emulación. No se trata de un port ni de un remaster, pues consiste en emular un sistema en otro de la forma más fiel posible, salvo en contadas ocasiones, que se aprovecha para agregar ciertas mejoras de rendimiento u opciones extra. Por ejemplo, Nintendo cuenta con un gran catálogo de juegos emulados en su servicio Nintendo Switch Online, que, por cierto, fue ampliado recientemente con juegos de GameBoy y Game Boy Advance.
Finalmente, encontramos el concepto de spin-off. Se trata de un lanzamiento derivado de una franquicia existente que no pretende sustituir ni reiniciar lo ya establecido. Este puede o no ser canónico en la historia original. Por ejemplo, en el caso de Sonic, tenemos el videojuego de Shadow the Hedgehog. Es un juego spin-off, pues explica la trama de otro personaje y cuenta con reglas propias en el gameplay, pero es relevante para la historia principal de la saga. Por otro lado, está el proyecto de Sonic Boom al completo, que es totalmente independiente de la IP principal y coexiste con ella.
