EL BOTULISMO: UNA ENFERMEDAD NO TAN CONOCIDA

A la hora de hablar de enfermedades que afectan al sistema nervioso, se suele pensar en el Alzheimer o el Parkinson. Sin embargo, hay muchas más enfermedades no tan conocidas, que pueden ser igual de peligrosas. Una, de la cual os puede sonar el nombre, es el botulismo.

La imagen presenta un cultivo de Clostridium botulinum. La forma de estas bacterias es de bastones —alargadas— y tienen un color más oscuro. Hay una serie círculos «vacíos», que son las esporas, las cuales algunas están libres y otras aún no han sido liberadas. En este último caso las esporas tienen una ubicación terminal —en uno de los extremos de la bacteria—.
Cultivo de Clostridium botulinum. Estas bacterias tienen forma de bastones. Los círculos «vacíos» corresponden a las esporas, las cuales algunas están libres y otras aún no han sido liberadas. En este último caso las esporas tienen una ubicación terminal —en uno de los extremos de la bacteria— aunque también puede ser central o subterminal. // Imagen: adaptado de Clostridioides botulinum, por Arumí Rovira, M.  Microbiologia para humanos  

¿Qué es el botulismo?

El botulismo es una enfermedad rara causada por un grupo de neurotoxinas, llamadas toxinas botulínicas, producidas por la bacteria Clostridium botulinum. Las toxinas son sustancias que son venenosas para el ser humano, y en concreto, estas afectan a nuestro sistema nervioso. Dentro de este grupo de neurotoxinas hay ocho tipos que van desde la A —TbA— hasta la H—TbH—.

Esta enfermedad ataca a los nervios del cuerpo pudiendo causar mareos, vómitos, problemas respiratorios, debilidad muscular, y, en casos más graves, la muerte.

¿Cómo afecta?

Normalmente, las neuronas motoras —que son las que conforman los nervios que permiten el movimiento de la musculatura— envían neurotransmisores a la siguiente neurona motora. Este proceso, llamado sinapsis química, continúa hasta el músculo que va a llevar a cabo la acción.

Los neurotransmisores son moléculas —mensajeros químicos— que transmiten señales desde una neurona a la siguiente, la cual posee receptores en su membrana para estos.

En la imagen se ven dos neuronas, la presináptica y la postsináptica. La presináptica contiene unas vesículas con el neurotransmisor que va a liberar.
Esquema de la sinapsis // Imagen: adaptado de Neurotransmisores y receptores por Khan Academy.

La primera neurona, llamada neurona presináptica, contiene en su interior vesículas con el neurotransmisor. Cuando estas vesículas llegan a la membrana plasmática, se fusionan con esta liberando su contenido al exterior de la célula, pudiendo llegar a la neurona postsináptica.

La interacción descrita es posible gracias al complejo proteico SNARE, el cual está formado por tres proteínas: la sinaptobrevina, la sintaxina y SNAP-25. Estas, se encuentran en distintos lugares: la sinaptobrevina en la membrana de la vesícula y las otras dos en la membrana plasmática de la neurona. De esta forma, estas tres proteínas interaccionan entre sí, permitiendo la fusión de las dos membranas, liberando los neurotransmisores.

En las personas con botulismo la toxina botulínica degrada a la sinaptobrevina, provocando que no se pueda formar el complejo y que no se liberen los neurotransmisores.

¿Cómo se produce el contagio?

Hay diferentes maneras de contraer esta enfermedad, aunque por suerte la tasa de incidencia no supera los 0,1 casos por cada 100.000 habitantes.

La mayoría de estos pocos casos —97%— suelen producirse o por ingestión de las esporas o de la toxina. Cuando se ingieren las esporas, puede causar el botulismo del lactante —el más frecuente— o el botulismo entérico del adulto. En estos casos, la neurotoxina es elaborada por la bacteria en el tracto digestivo. Cuando se ingiere la toxina, el botulismo es transmitido por los alimentos y es causado por una contaminación de los mismos.

El 3% de los casos restantes se suelen deber por la infección de una herida por C. botulinum que produzca la toxina. Este se le suele llamar el botulismo de la herida.

Otras formas de contagiarse son por inhalación o por inyección de TbA o TbB con fines médicos o estéticos. En este último caso, el contagio por inyección —botulismo iatrogénico— se debe a que el TbA o comúnmente llamado bótox es usado para el rejuvenecimiento facial. Si la toxina si se inyecta en demasiada cantidad, puede acabar causando problemas. Por otra parte, el contagio por inhalación es poco usual ya que esta toxina no se encuentra en forma gaseosa de manera natural. En estos casos, el contagio se debe porque haber sido usado como armas biológicas.

Curiosidad: el bótox, además de para fines estéticos, también se usa con motivos médicos para problemas de sudoración excesiva, migrañas, trastornos urinarios, intestinales o musculares.

Tratamiento

La unión de la toxina botulínica con las terminaciones nerviosas es irreversible, pero se puede ralentizar el avance de la enfermedad con un fármaco llamado antitoxina. La antitoxina tiene la función de bloquear a la toxina botulínica circulante, evitando que entre en las neuronas.

Además del tratamiento con antitoxina, este debe de complementarse con tratamientos de sostén, principalmente con respiración asistida. Por suerte, la mayoría de los pacientes se recuperan completamente, aunque puede tardar meses, todo depende de la velocidad de regeneración de las terminaciones nerviosas.

Tratamientos de sostén: son procedimientos médicos en los cuales se usan métodos mecánicos y artificiales para mantener o restaurar una función vital.

En el caso del botulismo de la herida se debe de desbridar, drenar la herida y administrar antibióticos como la penicilina. El desbridamiento consiste en la retirada del material extraño, tejido necrótico y desvitalizado de la herida.

Por último, en el botulismo del lactante no se deben de administrar antimicrobianos. Esto se debe a que la destrucción de las bacterias pueden provocar la liberación de la toxina y que el caso empeore. En estas situaciones, se trata al lactante con la inmunoglobulina contra el botulismo —IGB-IV—, que es administrada por vía venosa.

A pesar de que el tratamiento puede ser largo y complicado, la tasa de letalidad del botulismo es muy baja. En concreto, la del alimentario ha disminuido de un 70% a un 10% en el último siglo. Por otra parte, el de la herida es del 15% y el del lactante de un 5%.

¿Qué medidas puedo tomar para no contagiarme?

Algunas medidas que puedes tomar para evitar esta enfermedad son las siguientes: no dar miel a niños menores de un año, refrigerar y lavar bien los alimentos, tirar los alimentos en conserva si la lata está hinchada, mantener limpias las heridas…

En conclusión, el botulismo es una enfermedad rara y puede ser grave. Sin embargo, es poco frecuente, tiene tratamiento y podemos evitarla con las medidas adecuadas.

Si te ha gustado este artículo sobre el botulismo:

  • Puedes acceder a más de la categoría de Ciencias aquí.
  • Visita nuestras redes sociales haciendo clic aquí.
  • También puedes ponerte en contacto con nosotros mediante nuestro correo de contacto: contacto@divulgacionyciencia.site

Un comentario sobre «EL BOTULISMO: UNA ENFERMEDAD NO TAN CONOCIDA»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *