El hidrógeno verde ha estado en boca de todos desde hace meses. Este combustible promete ser una revolución en las energías renovables y una solución más para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, ¿es su producción también sostenible? ¿Cumple todo lo que promete como renovable?

El famoso hidrógeno verde
Se trata de un combustible que genera mucha energía sin emisiones de dióxido de carbono. Tiene potencial en muchos ámbitos: vehículos, calefacción, naves espaciales… incluso la producción de amonio verde como fertilizante.
Se espera que la combinación de otras renovables junto al hidrógeno verde sea uno de los pilares para mejorar el escenario futuro de cambio climático.
Una producción que no deja huella
La forma más sencilla de conseguir hidrógeno es empleando una sustancia casi omnipresente en nuestro planeta: el agua. Su archiconocida fórmula —H2O— nos delata que posee dos átomos de hidrógeno que nos son de interés. ¿Cómo obtenerlo? Por medio de electrólisis, es decir, separar los componentes del agua haciendo pasar una corriente eléctrica a través de ella.

Según la fuente de la electricidad necesaria para obtener el hidrógeno, podemos hablar de hidrógeno gris, azul o verde. Cuando la electrólisis se consigue por medio de fuentes no renovables, como el gas natural, obtenemos hidrógeno gris. El hidrógeno azul, en cambio, presenta mecanismos de captación de parte de las emisiones durante el proceso de producción, impidiendo que lleguen a la atmósfera.
Obtener hidrógeno verde sería muy sencillo en principio. Solo es necesario usar fuentes de energía renovables como la energía solar para que las emisiones de carbono durante su producción sean mínimas. Aunque cabe aclarar que, debido a que los costes de producción son altos aún, el hidrógeno gris sigue siendo el predominante en la actualidad, siendo China su principal productor.
Un corredor de hidrógeno por España
Se planifica que, para el año 2030, un corredor de hidrógeno verde atraviese Portugal, España y Francia, aportando un 10% del consumo de hidrógeno de Europa. Este gaseoducto, una infraestructura fija que se extiende por kilómetros, supone un gasto de unos 2.500 millones de euros.
Por los gaseoductos el gas se transporta a alta presión, a una velocidad entre los 10 y 20 metros por segundo. Se trata de un sistema de distribución de bajo coste para grandes cantidades de hidrógeno.
Un gas sencillo, bien conocido, y muy prometedor. El hidrógeno verde pone en la mesa una solución para la crisis energética en Europa. Es cuestión de tiempo ver los frutos del desarrollo de la economía de este combustible verde.