Una mujer joven salía de su hogar durante los bombardeos nocturnos que arrasaban Japón en la Segunda Guerra Mundial. La ciudad de Tokio se encontraba en completa oscuridad, por apagones estratégicos, y el sonido de las sirenas de ataque aéreo era ensordecedor.
A pesar del peligro, refugiada bajo la funda de su futón, ella observaba el cielo nocturno de la ciudad libre de contaminación lumínica. Se trataba de Hisako Koyama, quien encontraba en los apagones una oportunidad para observar los fenómenos astronómicos que tanto le fascinaban. Esta fascinación acabaría por convertirla en una importante figura de la astronomía. Pero, para ello, dejó el cielo nocturno para centrar su atención en la estrella más cercana: el Sol.

Miles de dibujos del Sol
Empleando el telescopio que le regaló su padre —previamente utilizaba un telescopio rudimentario elaborado por ella misma—, Hisako empezó a realizar una serie de dibujos apuntando la lente en dirección al Sol. De este forma, el instrumento canalizaba un haz de luz que, incidiendo en un papel, proyectaba la superficie solar. Lo curioso era que la superficie del Sol no era simplemente un círculo brillante, sino que presentaba manchas oscuras.

Se trataban de manchas solares, cuya observación es una labor tediosa. Estas no solo se desplazan por los flujos de plasma del Sol, también se mueven con la rotación de este, y a veces se acumulan varias manchas en aglomeraciones, dificultando su seguimiento.
No obstante, el reto fue superado con creces por Hisako y, tras enviar sus dibujos a la Asociación de Astronomía Oriental, continuaría sus observaciones en el Museo de las Ciencias de Tokio.

Mancha solar: se define como una región del Sol en la que las partículas presentan menos energía, emitiendo menos luz, de forma que se observa como una zona oscura. Esto se debe a las fluctuaciones del campo magnético solar, producto de los flujos de plasma en la estrella. Es en las manchas solares donde la actividad magnética es mayor, mientras que la temperatura es más baja.
El Sol dibuja mariposas
El seguimiento de las manchas solares puede servirnos de mucha ayuda. Es en estas regiones de gran actividad magnética donde se generan las llamaradas solares. Se tratan de estallidos de radiación, capaces de alcanzar la Tierra y disrumpir el funcionamiento de aparatos electrónicos y la comunicación a larga distancia. Conociendo la trayectoria y los ciclos de las manchas solares, existe la posibilidad de prepararnos para estas tormentas magnéticas y reducir sus efectos.

Las manchas solares se desplazan por la superficie del Sol en ciclos, describiendo trayectorias que, representadas en una gráfica, se asemejan a la figura de una mariposa. Estos ciclos tienen una duración de unos once años.
La curiosidad de una persona brillante
Hisako Koyama comenzó su formación de manera autodidacta en su juventud. La posibilidad de acceder a una educación superior con el apoyo de sus padres y profesores, le permitió poseer el conocimiento necesario para la observación precisa de las manchas solares que protagonizarían sus estudios.

Las observaciones realizadas por Hisako se encuentran entre las referencias más detalladas y extensas de la actividad solar del siglo XX, y de las más importantes en la historia de la humanidad. Recopilar los cambios en nuestra estrella durante los últimos siglos es posible gracias en gran medida a su trabajo.
Sin formación previa en astronomía y de manera amateur, incentivada por una fuerte fascinación, Hisako Koyama acabó por aportar a la ciencia observaciones de un valor incalculable. No solo esto, también dedicó tiempo a la divulgación, presentando eventos entorno a eclipses y otros fenómenos astronómicos en el museo donde trabajaba, inspirando su curiosidad a otros muchos.