Famosos por TikTok o Instagram, ganan millones de seguidores mostrando su vida diaria y creando contenido
La moda de los influencers está a la orden del día, y son ya los ídolos de la adolescencia en esta generación que vive en las redes sociales. Muchos de ellos se dan a conocer en plataformas como TikTok o Instagram, y su contenido se basa en relatar su día a día en una vida que parece de ensueño. Viajes, regalos de marcas, lujos… todo lo que uno puede soñar. Pero, ¿realmente merecen todo el seguimiento e idolatría que reciben?

¿Qué es ser influencer?
Los influencers son personas, que como su propio nombre indica, influyen sobre algo o a alguien. Siempre han existido estas personas, o líderes de pensamiento, que con su conocimiento guiaban a las personas a lo que creían que era mejor. Hoy en día, ser un influencer ya no es un status, ese orgullo y preparación se ha banalizado en un “trabajo” al que cualquiera puede acceder. Lo más triste no es la facilidad de acceso, lo peor son los míseros requisitos: una cara bonita o carisma y buenos contactos.
Una persona influyente debería poder usar su alcance para transmitir conocimientos, mensajes importantes, enseñanza o ejemplo. Debería transmitir valores, de respeto, de esfuerzo, de igualdad. Pero como vemos en las redes sociales, su “poder” sólo es usado para decir que ha desayunado unas tostadas y que se va de viaje a las Bahamas. No creo que sean mensajes de una persona que se considera influyente, pero la audiencia parece amar todo lo que hagan estas personas, y mientras haya público seguirán con su contenido.

Influencers y la cultura de la superficialidad
Si hicieran una lista de los influencers más seguidos, el prototipo sería el mismo: chico o chica joven, con belleza normativa y buen cuerpo. Pocas serán las personas fuera de estos cánones que sean seguidas por los adolescentes. Esto se debe a que proyectan sus deseos en la persona a la que les gustaría parecerse. Los influencers tienen una misión complicada, ya que la adolescencia es una de las etapas más importantes en la vida de las personas, y su personalidad se forja en estos años.
Muchos hablan del amor propio, de la no existencia de un cuerpo normativo, del respetar a cada uno como es, pero son los primeros en hacerse operaciones estéticas, ponerse labios, abusar del maquillaje… Todo esto da que pensar, pues si no predicas con el ejemplo, por qué pretender que otros lo tengan que hacer.
Pero no son sólo sus acciones, sino su contenido lo que refleja este pensamiento. Bailes cosificando un cuerpo, sexualización en cada vídeo o uso de filtros evaden de lo real al espectador, que empieza a adquirir unos valores morales diferentes.

La doble cara de la fama
Todo parece ser de ensueño y tener una vida ideal, pero muchos no saben gestionar el precio de la fama y acaban pagando un precio muy alto. Ser seguido no es sinónimo de ser merecedor de ello. El principal problema es que los influencers construyen un personaje, una marca detrás de su personalidad, que para nada refleja lo que son en la vida real. Así podemos encontrar personas que se muestran humildes y detrás de cámara son personas altivas.
Me gustaría ejemplificar a lo que me refiero. El conocido tiktoker Naim Darrechi tiene más de 30 millones de seguidores, y es uno de los más influyentes de la plataformas. Muchas son las niñas que van tras él y las marcas que le contactan. Pero pese a parecer una buena persona, fue tachado de violador tras admitir quitarse el condón sin avisar a la chica en pleno acto.
Otros casos como las cuentas de Danae y Dakota o Judith Arias muestran a madres con sus hijos en el día a día. No habría nada de malo, excepto el hecho de utilizar a sus hijos menores de edad como un producto para atraer audiencia. Más allá de que me parezca incorrecto usar a un menor como producto, es una práctica muy arriesgada exponer a personas indefensas a un medio con personas anónimas de intenciones desconocidas.
Por último, un caso a destacar sería el de la Riverss. Esta tiktoker es una de las más conocidas del país, pero a la vez de las más polemicas. Su contenido no destaca sobre el resto, pero sus declaraciones sí, y es que siempre que se critique a los influencers allí estará ella. Defiende que su actividad es un trabajo, y que por tanto hacer un vídeo en la playa en unas vacaciones pagadas es igual de valioso que el trabajo de un médico o policía.

Conclusiones
Es una realidad que los influencers son los dueños de las redes sociales, y que con el tiempo irán ganando más importancia. No todos son malos, pues existen los influencers de deportes o salud, o los de comedia que generan un contenido interesante. Pero sí que es cierto que los que más triunfan son aquellos que menos valor aportan. Se han convertido en robots, pues son una copia de una copia. Suben el mismo contenido, promocionan los mismos productos y piensan en ser como alguien. Una persona que carece de personalidad, carece de todo lo valioso, y si alguien se quiere hacer ver como una persona influyente nunca debe perder eso mismo, la personalidad.